Reconocer el talento en el trabajo de alguien me hace sentir insignificante y a la vez llena de urgencia voraz por aprender y perder ese tamaño tan incómodo.
qué sensación el ver algo bien hecho! incredulidad, sorpresa, envidia sana, querer ir a postrarme a sus pies (y a los de su señor/a si lo hubiera), silencio, respeto, agradecimiento, yo diría que hasta un poco de pasión descontrolada … mi admiración profunda siempre va acompañada de ese batiburrillo de sentimientos.
y todo esto, porque últimamente me pasó con el post maravillosamente elaborado de un amigo y hoy mismo, con el libro que acabo de leer y que me consagra como fan absoluta de Rosa Montero. En realidad es el primer libro suyo que leo, hace mucho me encantaban sus artículos en El País semanal y no sé por qué no le seguí la pista.
«La hija del caníbal» es un libro de intriga (de los de no acordarte de la hora de comer) y a la vez muy humano, con enjundia. Un libro que derrocha belleza por los cuatro costados. Vale. Ya me callo 😀
