Ayer lloré como una magdalena sabiendo que el principito iba a morir mordido por una serpiente.
Uno nunca está preparado para que un niño se muera, ni siquiera en los libros.
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Ayer lloré como una magdalena sabiendo que el principito iba a morir mordido por una serpiente.
Uno nunca está preparado para que un niño se muera, ni siquiera en los libros.